martes, 8 de diciembre de 2015

Platos rotos.


No te acabas de ir nunca, y la noche chilla tu nombre. Vuelves a caer por las escaleras, rodando hasta mis brazos, riendo.
"El que juega con fuego, se quema".
Entonces, se me ilumina la sonrisa.
Y retomo lo que quería hacerte Neruda.

– ¿Cómo puedes amarla a ella?
— Yo te amo a ti.
– Ni siquiera sabe el color de tus pupilas.
— Los suyos, a diferencia de los tuyos, son marrones.
– Yo he escuchado llorar a cada una de tus pestañas, joder.
— Sus ojos me mantienen en la tierra.
– Grítame, grítalo, ¡joder!
— ¡Eres mi peor error!
– ¡Comé(te)me otra vez!