un niño agarrando Crayolas ha rayado la pared
la pared era blanquecina, se encontraba quizá un tanto magullada por el paso del tiempo
quien podemos deducir que es la madre lo regaña, entre gritos
los gritos son estrepitantes, reverberan
el niño deja caer sus colores
en la escena del crimen podemos observar tres trazos de matiz rojo desdibujados, los cuales el chiquillo afirma ser un pingüino
el rojo tiene una tonalidad sangre
la pared era blanquecina, se encontraba quizá un tanto magullada por el paso del tiempo
quien podemos deducir que es la madre lo regaña, entre gritos
los gritos son estrepitantes, reverberan
el niño deja caer sus colores
en la escena del crimen podemos observar tres trazos de matiz rojo desdibujados, los cuales el chiquillo afirma ser un pingüino
el rojo tiene una tonalidad sangre
un niño ha crecido
el niño juega agarrando mis manos
afirma entonces que no piensa soltarlas nunca
las manos son calientes, el tacto sudoroso
las gotas caen sobre la fina sábana de seda
la fricción se produce casi en silencio, un ligero tic tac acompaña el movimiento
sus manos me siguen tocando, las siluetas se desfiguran, ambas sombras se ven negruzcas
el niño juega agarrando mis manos
afirma entonces que no piensa soltarlas nunca
las manos son calientes, el tacto sudoroso
las gotas caen sobre la fina sábana de seda
la fricción se produce casi en silencio, un ligero tic tac acompaña el movimiento
sus manos me siguen tocando, las siluetas se desfiguran, ambas sombras se ven negruzcas
sus manos se dejan caer,
quizá con el mismo movimiento de, aproximadamente, 12 años atrás
en la escena del crimen podemos ver dos cuerpos
para cuando hayan sido encontrados, ya consumidos
quizá con el mismo movimiento de, aproximadamente, 12 años atrás
en la escena del crimen podemos ver dos cuerpos
para cuando hayan sido encontrados, ya consumidos
(ninguna autopsia revelará que fue por el deseo)
Magnífico texto, los últimos versos son un innegable hallazgo poético. Felicidades. Julio A.
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