"¿Por qué quiere la gente pegarnos con sus coches, niño?" - Charles Bukowski
Ilustración de Harumi Hironaka |
No me citéis desastres con nombres, si son propios y emocionales.
Las notas magulladas en el piano me desgarran corazón y coraza y desangran letras.
Si llaman a aquello sonreír es que nunca han visto a nadie partirse la boca. No soy ninguna payasa llorando, que ya no tengo ni mi circo de quimeras.
Nadie tiene idea de lo que es la soledad. Nadie soy yo pero yo no sé quién soy. No esperen que les conteste claramente, tardaré unos cuantos milenios más en sacudirme el polvo de cuando cavé mi propia tumba.
Era el cordón umbilical del aborto del grito y la grieta, hasta que me desgarraron. Mis manos ahora son las auroras boreales que sostienen toda la oscuridad de la noche. Mi vida es una historia narrada in extremis que acabará in medias res, en la que declaro a este coágulo como epitafio. Escupiré en los ojos de quien llame a esto arte, o directamente de quien me llame.
Voy a arrastrarme y a dejarme las rodillas en el asfalto; no me presionéis la aorta, que estoy corriendo maniatada a una picota.
Al menos mi pelo baila con la hecatombe
y siempre hemos sabido ser pájaros del naufragio.